Como era de esperar, la mayoría de los medios de información de mayor difusión de España (que son de persuasión conservadora y neoliberal) intentaron minimizar el éxito del paro como parte de la huelga general convocada por los sindicatos, subrayando que la disminución de la actividad económica había sido menor, mostrando la limitada caída del consumo de la electricidad como indicador de ello. Según estos rotativos, la cantidad de esta reducción variaba dentro de un abanico que iba del 17% al 22% sobre el consumo normal. Se daba así una imagen encaminada a señalar que había habido una participación muy reducida en la huelga general, transmitiendo que la mayoría de la población desoyó la llamada a dejar de trabajar.
A ello se sumó una gran visibilidad de los actos violentos en los que participantes de la huelga general aparecían quemando propiedades privadas o públicas, y golpeando a personas, ya fueran civiles que querían trabajar, ya fueran los agentes del orden. eEn el programa del Sr. Cuní en 8TV, propiedad del Grupo Godó (también propietario de La Vanguardia), dedicó especial atención a tales actos violentos. En realidad, en muchos de tales medios aparecía la imagen de la huelga a través de actos de violencia, en los que el fuego y las llamas siempre aparecían en las fotos. Ni que decir tiene que todas estas informaciones correspondían a una campaña de desprestigio de las movilizaciones del movimiento trabajador, liderado por los sindicatos.
Los datos, sin embargo, muestran la manipulación (y no hay otra manera de definirlo) de estos reportajes. En primer lugar, señalar el descenso de consumo eléctrico en su totalidad no tiene mucho significado, pues la población que no trabaja también consume electricidad, pues está en casa o en algún lugar donde se consume electricidad. La manera más rigurosa es calcular el consumo de electricidad del día de huelga respecto al de un día festivo, digamos domingo, cuando la mayoría de la gente no trabaja. Esto es lo que debe hacerse para comparar manzanas con manzanas y no con peras. Es decir, hay que comparar el consumo de electricidad entre dos días comparables, es decir, un día sin trabajo (el domingo) y un día de huelga general que intenta que, como ocurre con los domingos, la gente no trabaje. Pues bien, tomando este indicador, se puede ver que, como bien han documentado un grupo de economistas (Economistas Frente a La Crisis) la huelga general fue un gran éxito, pues el consumo de la electricidad fue casi el mismo de un día festivo cuando la gente no trabaja (El País fue el único rotativo que hizo esa distinción, ningún otro rotativo la hizo). En realidad, la caída del consumo fue un 87%. Si hubiese sido un 100%, ello indicaría que el consumo de electricidad había sido el mismo que el de un domingo. Un 87% es bastante cercano a un domingo. Ello es una muestra clara de que la gran mayoría de la gente no trabajó el día de la huelga general. En realidad, comparando tal indicador con los anteriores de otras huelgas generales, se ve que la huelga general en contra de las medidas altamente impopulares del gobierno Rajoy, fue una de las más exitosas de las que han existido durante la democracia, dato que el gobierno PP y sus avaladores, las élites gobernantes de la Unión Europea, incluyendo la Comisión Europea, intentan ocultar. Las declaraciones de portavoces de tal comisión se centraron en indicar que el ”fracaso” de la huelga general era una señal más del apoyo popular hacia las medidas que estaba tomando el gobierno Rajoy. Pero lo que alcanzó unos niveles de cinismo (y no hay otra manera de definirlo) inadmisibles es cuando el gobierno PP, a través de la Ministra de Trabajo, indicó que el gobierno estaba llevando a cabo las medidas que el pueblo español, a través de las últimas elecciones, había instruido al gobierno a realizar. En realidad, ninguna de las reformas impuestas por el gobierno Rajoy estaba en su programa electoral. La huelga general, por lo tanto, era también una protesta en defensa de la democracia española, protestando por el incumplimiento de las promesas electorales del PP.
En cuanto a los actos violentos –que, sin lugar a dudas, deben denunciarse con toda contundencia- éstos representaron una proporción minúscula de los participantes en la huelga. Centrarse en ellos es un insulto a la objetividad y equilibrio mediático que debería exigirse de tales medios. Las treinta personas violentas que hicieron gamberradas en la estación de Sants, en Barcelona, no se merecían la promoción gratuita que el Sr. Cuní les proporcionó, consumiendo una sección muy prominente en su programa. El 99,8% de todos los participantes fueron no violentos. ¿Por qué entonces se dio tanta cobertura a los violentos? La imagen deseada era relacionar una huelga general con un acto violento. Es así como la imagen de uno de los eventos políticos, económicos y sociales del año, la huelga general, se intenta desacreditar por los medios del establishment mediático del país al servicio de las fuerzas conservadoras responsables del subdesarrollo social de España.